Descripción
Si Zaragoza era un símbolo por su temprana resistencia frente a los imperiales, la Cofradía del Santo Sepulcro, vinculada al monasterio de Canonesas de tal advocación, fundado a principios del siglo XIV, era una representación exacta del palpitar urbano desde el prisma religioso de la devoción sepulcrista. La mayor presencia de labradores entre los miembros de la Cofradía, no excluía la presencia de otros gremiales, al menos, desde las primeras Ordinaciones que datan de 1693. En las reuniones de tales cofrades y cofradesas en el corazón de la ciudad se intuye la alborotada reacción contra la destrucción del viejo orden por las bayonetas de los Imperiales.